Durante años había asistido fielmente a la iglesia y deseaba crecer en la gracia del Señor, pero sentía que me faltaba algo para llegar a experimentar la verdadera comunión con Cristo. Le pedí al Espíritu Santo que morara en mí, que me ayudara, y me sentí inspirada a leer Proverbios 3.5-8.
Esa palabra fue clave en mi vida. Desde entonces pude entender que lo que Dios desea es nuestra completa dependencia de El. Debo confiar, obedecer y esperar en Dios, y no en mi propia inteligencia; no en lo que yo creo que puedo hacer, sino lo que Dios puede y quiere hacer a través de mí. Es hermoso reposar en dios, dejar nuestras cargas en sus manos y recibir su paz en nuestro corazón, en todo nuestro ser, sin temor frente a las circunstancias de la vida.
Avilés Rodriguez (Puerto Rico)
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